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La Esperanza

LA ACTUALIDAD EN LA MONTAÑA DE LA FLOR

LA ACTUALIDAD EN LA MONTAÑA DE LA FLOR

Actualmente el pueblo Xicaque lo constituyen unas 12,000 personas, organizadas en 27 tribus que agrupan algo más de 100 aldeas o caseríos a pesar de que muchas tribus tienen títulos de propiedad de sus tierras, de tiempos del P. Subirana, sus mejores tierras han sido invadidas por ladinos, ganaderos y cafetaleros y madereros que han ido destruyendo sus bosques. Los indios han ido retrocediendo a la parte alta de los cerros, ya muy deforestados, erosionados e infértiles.
Aunque el modo de vida original es ya imposible en la actualidad, todavía quedan rasgos y características de aquel tiempo: son agricultores porque las circunstancias les obligan a serlo, y quieren su tierra, ya que es la base de su vida y la fuente de la que obtienen los recursos para sobrevivir. Pero no aprecian la tierra como otros pueblos originariamente agricultores; no la cultivan con el amor y la veneración de los lencas o los mayas. Para los xicaques es más bien territorio de caza y recolección de productos para sobrevivir, no tanto lugar donde sembrar. Es territorio a dominar, no tanto tierra para cultivar.
Son duros y resistentes para caminar, para subir y bajar cerros, pero no tanto para trabajar constantemente en un lugar.

Su vivienda suele ser una pequeña champa de palos rústicos amarrados, a veces tapando los huecos con barro, pero muchas veces sin embarrar, o sólo embarran el lado más azotado de los vientos. El techo suele ser de manaca o de zacate, o dos aguas. El fuego frecuentemente está en el centro o a un lado de la champa.

Las aldeas suelen ser de pocas viviendas, 8 a 12 o raramente más de 20. Y además las viviendas suelen estar dispersas con distancias bastante grandes de una a otra. La dispersión ha sido tradicionalmente un modo de defensa contra dominadores externos. Pero también resulta un serio inconveniente para cualquier clase de servicios comunales.

 ECONOMIA


Su economía se basa ahora en productos de autosubsistencia: maíz y frijol. Antiguamente parece que casi no utilizaban el maíz, más de las culturas mayas y lencas. Pero sí mucho las raíces como yuca, camote, malanga y otras. Con la desaparición de los bosques estos productos han ido disminuyendo mucho. Al ser tierras altas (1000 a 1500 m.), el café se produce bien. Desde principios del siglo se fue introduciendo, creando nuevas oportunidades para ellos, pero también revalorizando las tierras y haciéndolas más deseables a gente de fuera... y trayendo consigo más despojos. Café y frijoles son los pocos productos que venden afuera.
La venta de productos se ve muy influida negativamente por las dificultades para la conservación y transporte. Sus casas son tan pequeñas y rudimentaria que es muy difícil conservar algo en ellas. No hay tradición de ello. Además la economía tan precaria que tienen les obliga a vender lo poco que producen antes de cosecharlo o al momento de hacerlo, sin conservar ni siquiera lo necesario para subsistir hasta la próxima cosecha. Esa hace que temporadas de hambre y gran escasez no son raras entre ellos. El trabajo para los cafetaleros produce algunos ingresos, pero también crea una dependencia a veces muy fuerte que puede generar más pobreza y miseria.
Es tradicional entre los xicaques la cría de jolotes, más que la de gallinas, el jolote es bastante costoso de mantener y aunque suelen tener un precio alto en los mercados, las dificultades de comunicaciones y las poco desarrolladas cualidades comerciales de los indígenas, hacen poco rentable su cría.
Un producto que produce algunos ingresos en el mimbre. Se produce en las zonas de bosque húmedo de altura, en tierras de algunas tribus. La mayor parte lo comparan en bruto comerciantes de fuera, para exportarlo. Hay tradición de hacer canastos y objetos de mimbre y de carrizo, pero está muy poco desarrollada esta artesanía.
Una riqueza natural importante de las tribus es la madera. En la mayoría el pino, pero en algunas partes también el cedro, el laurel, el nogal, el san Juan y otros. En varias funcionan aserraderos que sacan la madera en cantidades grandes, pero que muy pocos beneficios dejan a los indígenas. Aunque existen reglamentos y ordenanzas, la corrupción y la mala administración casi impiden que las tribus se beneficien algo de esa riqueza. Además los frecuentes incendios agravan el problema. Por parte del gobierno no ha habido intentos de racionalizar y ordenar la utilización de los bosques, pero casi todo ha quedado ahogado en la burocracia y la lucha de intereses inmediatos.


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